Comenzamos la excursión dejando el puerto de Colón a bordo de un cómodo autobús y cruzamos el istmo hasta el pueblecito de Gamboa, situado en las orillas del río Chagres y del canal de Panamá. El pueblo se encuentra en el centro del Parque Nacional de Soberanía, que ocupa unas 22 000 hectáreas, y está rodeado por un exuberante bosque tropical con una inmensa variedad de plantas y animales.
En Gamboa nos embarcamos en un ferry para cruzar parcialmente el canal de Panamá. Llegamos así al estrecho de Gaillard, hoy conocido también con el nombre de estrecho de Culebra, un valle artificial que corta el Continental Divide (la línea divisoria continental) en Panamá. El estrecho forma parte del canal que comunica el lago Gatún y, por lo tanto, el océano Atlántico, con el golfo de Panamá y el océano Pacífico. La construcción del estrecho fue una de las mayores obras de ingeniería de principios del siglo XX. El inmenso esfuerzo exigido para realizarlo estaba justificado por la gran importancia del canal para la navegación y en concreto por los intereses estratégicos de Estados Unidos.
Después de cruzar el estrecho de Gaillard, entramos en las esclusas de Pedro Miguel, que bajan nuestro ferry unos 9 metros y que nos permiten entran en el lago Miraflores. Mientras cruzamos el lago, nos sirven el almuerzo a bordo, a base de pollo, sándwiches de jamón y queso, tortilla española y otras delicias acompañadas de agua y bebidas.
Después llegamos a las esclusas de Miraflores que, junto con las esclusas de Gatún y Pedro Miguel, forman parte de la gran obra de ingeniería hidráulica del canal de Panamá. Las esclusas de Miraflores bajan el ferry 17 metros, adaptándose al nivel del océano Pacífico. Las esclusas de Miraflores son las más altas de las tres que integran el canal y esto se debe a la gran variación de las mareas que se produce en el Pacífico, respecto a la de la costa Atlántica que es considerablemente inferior. Las esclusas de Miraflores miden poco más de 1 km y medio de largo, de principio a fin. Dependiendo de las dimensiones del buque, es posible ver de uno a tres efectuar simultáneamente el tránsito. Desde que entran en las esclusas, se tardan unos 10 minutos en completar el proceso. Las cuencas hídricas se llenan y vacían gracias a la fuerza de la gravedad, sin utilizar bombas ni otros dispositivos.
Una vez superadas las esclusas, surcamos ya las aguas del Pacífico y llegamos al puerto de Balboa en Panamá, donde termina nuestro inolvidable crucero por el canal.
Desde aquí, nos subimos al autobús para emprender el viaje de vuelta al puerto y al barco.