Para muchas personas, Salvador de Bahía es “el verdadero” Brasil, más incluso que Río de Janeiro. Con mucha historia y rodeada de maravillas naturales, entre océano, playas doradas y acantilados oscuros, es una meta ideal para sumergirse en el universo brasilero; además, es conocida en todas partes por su vida nocturna y su variopinto carnaval. Se reconoce típicamente por su carácter africano: Salvador es un crisol de grupos étnicos que le dan una gran variedad de tradiciones, sobre todo musicales.
Qué ver
Gracias a una población mayoritariamente de origen africano, Salvador de Bahía, a diferencia de Río, se caracteriza por un espíritu mucho más sudamericano y menos internacional. Pasear por el elevado barrio histórico del Pelourinho, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, es una experiencia que despierta todos los sentidos: de las casas coloniales que se asoman a los callejones se desprenden perfumes exóticos, en el aire resuena la música de la capoeira y los colores intensos de la arquitectura sacuden la vista. En el Pelourinho hay muchos puntos de interés turístico, como el palacio Rio Branco, del siglo XVI; la catedral de la Transfiguración del Señor; la iglesia y el convento de San Francisco y el mercado. Para llegar hasta el barrio hay que tomar el Elevador Lacerda (un ascensor de 72 metros de altura y fachada art déco construido en 1873) que lleva desde la Praça Cairu, en la Ciudad Baja, hasta la Praça Tomé de Sousa, en la Ciudad Alta. El Elevador es un monumento histórico muy utilizado por los ciudadanos, se calcula que cada día transporta a unas 30 000 personas. Los amantes de la naturaleza podrán disfrutar también de una excursión a bordo de uno de los ferris que atraviesan la Baía de Todos-os-Santos (la más amplia de Brasil) hasta las islas tropicales que se encuentran frente a la ciudad, como Itapirica o Bom Jesus dos Passos.
El mar
Salvador es el paraíso de los amantes del mar. Con sus playas, la ciudad ofrece opciones para todos: para aquellos que prefieren la tranquilidad y para los que no le dicen que no a un ambiente más movidito. Las playas más interesantes a pocos kilómetros del centro son Porto del Barra, (siempre llena de gente y con unas maravillosas puestas de sol); praia do Flamengo, una larguísima playa de arena fina con clima tranquilo y relajado; e Itapuã, con arena blanca, aguas transparentes y una vida nocturna muy ambientada. Por lo general, las playas cuentan con barracas, chiringuitos donde se puede comprar comida y bebida. No os perdáis tampoco la encantadora Praia do Forte, a la que se puede llegar en autobús para pasar allí el día (hay incluso una reserva ecológica para tortugas marinas). Otra playa obligada es Morro de Sao Poalo, en la isla de Tinharé: aquí es posible hacer submarinismo para admirar la barrera coralina, o incluso organizar paseos a caballo para llegar a rincones menos visitados.
Música y tradiciones
Salvador se considera la capital de la música brasileña. Aquí nacieron la samba y el axé una mezcla de influencias africanas y caribeñas, samba y reggae. Carácter inherente en la musicalidad es también la saudade, una melancolía latente heredada de la cultura portuguesa que genera sonoridades verdaderamente únicas. La pasión por el baile y la diversión anima a la gente de la ciudad, tanto es así que la vida nocturna de Salvador de Bahía es una movida infinita: en las numerosísimas discotecas hay fiesta hasta que sale el sol.
La cocina
La cozinha baiana recibe influencias de las cocinas africana, caribeña y portuguesa, y es una mezcla de sabores basada en pescados, carnes, leche de coco, mandioca, maíz, cilantro y pimienta picante. El Paraiso Tropical (en Rua Edgar Loureiro, 98B) ofrece muchos manjares tradicionales, como la moqueca, un estofado de pescado enriquecido con frutos recogidos directamente del jardín que rodea el restaurante. Para un suculento churrasco, la parrillada mixta brasileña, un local de total confianza es Boi Preto Grill (Avenida Octávio Mangabeira), uno de los más apreciados de la ciudad por su carne. Y no solo están los restaurantes, también hay mucha comida callejera: por la calle se pueden comer los arrumadinho (pinchos) y la especialidad más típica, el acarajé, una especie de croqueta frita rellena de judías, cebolla y gambas secas. En la playa es obligatorio saborear una batida, un cóctel a base de cachaça y fruta chafada.
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