Una iglesia construida después de un sueño
El centro de la ciudad es la plaza del Duomo donde se alzan los edificios y palacios más refinados, y el lugar ideal para tomar un café en buena compañía. El emblema de Bríndisi es el Duomo, que nos muestra una historia muy especial. Cuenta la leyenda que fue San Leucio, el primer obispo de la ciudad, quien mandó construirla tras haber tenido una visión en sueños que le desvelaba cómo hallar los recursos necesarios. En el majestuoso edificio se celebró la boda del emperador Federico II con Isabel de Brienne, reina de Jerusalén. Aquí se dieron cita los cruzados para rezar antes de partir hacia Tierra Santa.
Su pasado se revive también en sus castillos, una vez más gracias a Federico II, que construyó el castillo Suevo para proteger Bríndisi, y que aún hoy sobrevive con su tradicional planta trapezoidal. También muy interesante es el castillo Aragonés, construido sobre la isla de Sant’Andrea.
Imprescindible un paseo por las calles del centro y del puerto donde hallaréis otros dos símbolos de la ciudad: las Columnas romanas (de una solo queda la base) y la escalinata Virgiliana, cuyos peldaños conducen a la casa del poeta romano Publio Virgilio Marone. No os van a faltar rincones donde hacer espectaculares fotografías.
La belleza de la cocina rústica
El carácter genuino de Bríndisi es también mérito de sus tradiciones y gustos sencillos que se expresan especialmente en la cocina. La ciudad ofrece excelencias que van desde los platos a base de pescado fresco a las hortalizas conservadas en aceite. Pero la reina indiscutible es la pasta hecha en casa: orecchiette, strascinati, fettucine lisas u onduladas, todo regado con vino local.
Bríndisi os sorprenderá y sabrá hechizaros con sus bellezas testimonios de su pasado, y con su fascinante cocina que, en su sencillez, resulta totalmente exquisita. Descubrid junto a nosotros una de las bellezas de Italia.