El verano está terminando, pero el relax y la diversión no deben detenerse. Hay un tipo de vacaciones que se puede adaptar a cualquier estación: ¡un crucero Costa! Descubre por qué.
Otoño: unas vacaciones inolvidables
Embarcarse en un crucero cuando los demás ya han vuelto de sus vacaciones os llevará a descubrir la verdadera cara de las ciudades más queridas del Mediterráneo podréis disfrutar de muchas de ellas en un solo viaje, pudiendo disfrutar del sol sin tener que hacer ni deshacer las maletas! El otoño es la estación perfecta para un crucero transatlántico, os permitirá reencontraros con el sol navegando hacia el Caribe o hacia Sudamérica, y pudiendo disfrutar al máximo de la sensación de viajar por mar. Tendréis mucho tiempo para hacer nuevos amigos, disfrutar de las actividades del barco y de la oferta gastronómica, vivir momentos de relax en el spa con vista al mar...
Primavera: ¿puente o vacaciones largas?
La primavera es la estación de los nuevos descubrimientos, recibirla con un viaje es la mejor opción y recuerda... muchas vacaciones en una. Haceros un selfie en los paisajes lunares de las Canarias o en Escocia antes de subir al barco para disfrutar de una velada de Gala que comience con una cena gourmet a cargo del Chef Bruno Barbieri, o ver la puesta de sol sobre el mar, o disfrutar del alba, o noches estrelladas en el puente piscina transformado en discoteca...existen infinitas posibilidades. Y si contáis con poco tiempo, ¡unas mini-vacaciones durante los puentes de abril y de mayo son ideales para embarcar y olvidar el estrés!
Verano: un mar completamente diferente.
¿Una playa diferente cada día? ¡En crucero con Costa es posible! Lo mejor es que cuando se sube al barco la fiesta de Mykonos y de Ibiza sigue a bordo, con party en la piscina, música y dj. Si buscáis un destino más original para vuestro verano, el Norte de Europa está siempre preparado para sorprendernos: no existe un mejor modo de ver Noruega que navegando a lo largo de sus fiordos. Disfrutando del sol de medianoche mientras se pasea sobre el puente más alto del barco, después de cenar en una auténtica pizzería romana o antes de un cóctel molecular en un bar de diseño.